Los arándanos son una de las frutas mejor ubicadas en las tablas nutricionales y valoradas por aquellos que quieren mantener una vida saludable. Sus múltiples propiedades la convierten casi en una superfruta que está disponible casi todo el año en Argentina, tanto en su forma fresca como congelada.
Los arándanos son bayas con un color profundo cuyas características lo convierten en una delicia saludable. Se pueden realizar numerosas preparaciones con esta fruta, especialmente la mermelada que puede considerarse un manjar. Aunque puede parecer compleja, lo cierto es que es bastante sencilla de hacer.
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Como muchos saben, los arándanos aportan una gran cantidad de fibra y tienen un contenido calórico muy pobre. También tienen hidratos de carbono, agua y poco contenido de azúcares, volviéndola especialmente buena para jaleas de todo tipo, con o sin agregado de endulzantes.
La mermelada de arándanos es una preparación que pueden degustar todos los fanáticos de esta fruta y los que no la conocen. Como primera medida se debe conseguir un kilo de fruta en buen estado. Se lava y se retiran los excesos de humedad con papel absorbente.
Se coloca en una olla con 450 gr de azúcar y 300 ml de agua y se lleva a temperatura media revolviendo hasta que el azúcar se disuelva completamente. Una vez que ha roto el hervor, se retira la espuma que se crea en la superficie. Se deja por espacio de 30 minutos revolviendo constantemente y se retira.
Se deja enfriar la mermelada a temperatura ambiente hasta que pueda ser fraccionada adecuadamente. Se coloca la preparación en frascos limpios, esterilizados e individuales con el cuidado de cerrar bien para que no ingrese aire o algún tipo de alimaña que pueda perjudicar la jalea.
Consejos útiles
La mermelada de arándanos no tiene demasiada ciencia para su elaboración, pero es útil tener en cuenta los tips de los expertos para saber cuando está lista para retirar. Si luego de haber pasado media hora la preparación está líquida todavía no está en su punto.
Para saber si ya está la mermelada, se toma una cuchara y se retira una pequeña porción y se coloca en un platillo. Si al dividir la mezcla esta vuelve a reunirse se puede decir que no está. Sin embargo, si esta permanece separada, lo más seguro es que ya ha alcanzado su consistencia.