Las mascotas son esos integrantes de la familia que cada vez más tienen una importancia e impacto positivos en el hogar. Sin embargo, puede suceder, especialmente con algún perro cachorro, que su energía puede sorprender y causar ciertos inconvenientes si no está bien canalizada.
Las mascotas hiperactivas no son una novedad, pero si es preciso que tengan una educación donde prime el amor, la paciencia y la consistencia. Es bastante desafiante adiestrar a un perro que está en fases tempranas de desarrollo, pero no es imposible en lo absoluto.
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Para lograr educar a nuestra mascota, lo esencial proporcionarle al perro una cantidad adecuada de ejercicio físico diario. El exceso de energía es una de las principales causas del comportamiento hiperactivo, por lo que paseos, entretenimiento y actividades estimulantes pueden ayudar a canalizar esa energía de manera positiva.
Colocarlo a diversas situaciones, entornos y personas desde temprana edad puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar su capacidad para lidiar con estímulos externos. Esto también contribuirá a que el perro aprenda a comportarse adecuadamente en diferentes contextos.
Los perros hiperactivos tienden a beneficiarse de la predictibilidad y la consistencia en sus actividades diarias. Esto incluye horarios regulares para alimentación, paseos y tiempo de entretenimiento. La consistencia en la rutina puede ayudar a reducir la ansiedad y proporcionar al perro un sentido de seguridad.
El uso consistente de comandos, como "siéntate", "quieto" y "ven", puede ayudar a establecer límites y enseñar al perro a controlar su impulso natural. Reforzamiento positivo, como recompensas y elogios, debe ser aplicado para incentivar y premiar comportamientos razonables.
Experiencias adicionales
Las mascotas se benefician de ciertas situaciones que pueden ser muy buenas para su vida desde pequeños, como las rutinas y los premios por hacer las cosas bien. El reforzamiento para los perros es fundamental cuando están siendo entrenados, así que hay que tenerlo en cuenta.
En casos en los que se constate que el animal no responde de buena forma a los estímulos externos, se debe acudir a un profesional veterinario para determinar el mejor camino a seguir en cada caso. Con paciencia y mucha comprensión, las cosas pueden darse de excelentes formas.