Araceli González le confesó al sitio de noticias Infobae que, por más de diez años, entre 1990 y el 2000, padeció trastorno de pánico. Según ella, el acompañamiento médico, medicinal y, en primordial, familiar la ayudaron a superarlo con un extenso proceso.
Continuando con el relato, Araceli González confiesa que el hecho familiar fue el detonante de aquel trastorno. “Finalmente la olla se había destapado y todo me (detonó) en la cara”, aseguró la artista, quien por entonces se daba cuenta de lo que sucedía con sus padres.
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“Un día, papá vino de visita, como lo hacía un par de veces al mes, y al tocar la puerta yo pedí que no le abrieran. La ansiedad suprema que en ese instante se disparó en mí fue tal que no pude verlo. No podía. Lloré, lloré y lloré. Lloré sin parar. Entonces llamé a mi psicóloga e iniciamos el psicoanálisis”, recordó.
Según ella, la separación de sus padres fue letal para su estado de ánimo. “Un hecho tan triste que me desdibujó como niña”, contó. “Mamá, con 34 años y dos hijos muy chicos, tuvo la valentía de (colocar) las valijas de mi padre sobre la vereda para que se fuese”, admitió Ara, quien por entonces tenía 8 años.
“Aun amándolo con su alma, y sabiendo que quedaríamos casi en situación de emergencia, cerró la puerta diciendo: ¡Se acabó!. Así era de audaz, ya en una época estigmatizante en la que muchas resignaban su felicidad para conservar un matrimonio”, reconoció.
“Siempre fui muy curiosa, muy indagadora. De hecho ella solía (moverme) en los colectivos porque me colgaba mirando a la gente sin el mínimo disimulo. Y así de observadora fui de su duelo, de ese marcador tan importante en mi vida que instaló cierto abandono”, aclaró la actriz.
Aceptación
“Una profunda sensación de desolación, porque el padre es la ley, la imagen de protección. Luego analicé muchísimo todo esto. No era casual que yo buscase abandónicos. Mi psicóloga me explicaba que el 90% de las de las personas que no han tenido un padre presente, busca relacionarse con hombres similares”, remarcó.
“Era tal la vergüenza que, en aquel momento y durante mucho tiempo, ensayé la actitud con la que diría que papá estaba de viaje, cuando algún compañerito preguntaba. Ya de grande, debí aprender a reformular esa mirada con respecto al hombre y en términos de (hallar) un compañero”, enfatizó Araceli González.