En una entrevista con el sitio informativo Infobae, Nico Occhiato confesó porque es más cercano a sus abuelos que a sus padres. “Mi mamá me tuvo a mí a los 20 años y vivían en un ambiente en Ramos Mejía. Y mi abuela siempre tuvo la casa que tiene ahora, más grande. Entonces yo me crié ahí prácticamente”, confesó.
“Mi abuelo me dio la admiración que yo siempre tuve por el fútbol. A mí de chico me gustaba mucho entrenar fútbol, pero era muy vergonzoso y me llevó a la sociedad de fomento que quedaba en la esquina y estuvo tres meses pateando conmigo del lado de afuera de la cancha”, recuerda Nico Occhiato.
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En la entrevista, el conductor de “El último pasajero” confesó que su abuelo nunca pierde la sonrisa. “Es así, sí, sí. Conmigo es así. Creo que debe pasar con cualquier nieto y abuelo. El neurólogo dijo que tratemos de hacer público esto porque no hay algo que a un abuelo lo motive más que el amor de un nieto”, contó.
“Y por ahí uno por la vorágine del día a día lo descuida. Es fortísimo lo que me pasa con ellos. Yo en esa casa aprendí un poco a manejarme en la vida. Yo tenía 7 años y todos mis amigos del barrio eran más grandes, tenían 10, 11, 12, entonces me creía grande con estos pibes”, destaca.
A su vez, Nico reconoce que los únicos que lo hacen llorar son sus abuelos, claro la afinidad que tienen no se compara. “Sí, sí. Soy bravo de llorar, soy fuerte, pero sí, mi abuela me dice: Me diste 10 años más de vida. A mí me destruye cuando me dice esas cosas”, dice.
“Mi abuela tiene una cabeza muy adelantada. Muy moderna. Me llevaba al jardín ponele y a mí no me gustaba ir. Antes de entrar me decía: ¿Querés que nos vayamos a la plaza? Entonces me rateaba con mi abuela, ¿entendés? Y nos íbamos a la plaza, era un código entre mi abuela y yo”, recuerda.
Los domingos son de ellos
Nico Occhiato asegura que los domingos son exclusivos para sus abuelos. “Uff. Se enojan. El sábado me gusta salir. Y me tengo que levantar el domingo e ir,como esté. Hace poco llegué de vacaciones y le di una sorpresa, caí directo a la casa y se volvió loca”, contó.
“En el medio de la cena ella hablaba de igual hacer un vivo. Y lo terminé haciendo, qué voy a hacer. Es que ella imagínate lo que es en el barrio de San Justo. Mi abuelo se enoja porque dice que ella hace el camino donde sabe que se va a cruzar más gente. Ve que la carnicería está llena y entra para que la saluden. Me divierte mucho”, aclara el productor.