Soledad Pastorutti hizo cambios radicales en su look que, como ella misma confesó, en su momento enojaron a sus fans más tradicionales.
Habituados a verla con la clásica vestimenta de la música tradicional argentina (incluyendo el famoso poncho, que revoleaba enérgicamente en cada recital), cuando Soledad Pastorutti se animó a ropas más modernas, hubo críticas en su contra.
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Tal vez para prevenir nuevos cuestionamientos, y dejar a la luz su costado más divertido e irreverente, la cantante enseñó el "antes" y el "después" de un recital.
En el antes, la joven lució impecable expresando su arte ante miles de personas en la tradicional e histórica fiesta de La Chaya, que convoca multitudes.
Sin embargo, minutos después, Soledad Pastorutti realizó un cambio de ropa, descendió del escenario y se sumó al tradicional festejo, dejándose bañar por un lluvia de harina.
La artista se tomó con buen humor los inmensos puñados de harina que le arrojaban sus seguidores hasta dejarla completamente blanca e irreconocible, un look extremo al que pocos cantantes se animarían.
La leyenda de la Chaya
Según el mito, había una joven muy hermosa llamada Challai que se enamoró de un semidiós conocido como Pulljai, pero sabiendo que él nunca le haría caso, se convirtió en nube y se elevó hasta los cielos.
Triste por lo ocurido, Pujllay falleció consumido en las llamas del fogón de las fiestas. Desde entonces, cada febrero la joven desciende de los cielos en forma de agua y Pulljai es "desenterrado" por el pueblo.