El tomate cherry es una variedad de tomate pequeña y dulce, que se puede ingerir de muchas formas y que tiene muchos beneficios para la salud. Esta verdura es poca en calorías y grasa, y alta en agua, lo que lo hace ideal para dietas de adelgazamiento y control de peso.
El tomate cherry es rico en vitaminas, especialmente en vitamina C, que tiene efecto antioxidante y refuerza el sistema inmunitario. Contiene minerales como el potasio, el calcio, el hierro y el zinc, que son esenciales para el funcionamiento de los músculos, los huesos, los nervios y el plasma.
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Tiene compuestos azufrados que le dan su sabor y olor característicos, y que también tienen propiedades antibióticas, antivirales, antiinflamatorias y anticancerígenas. Tiene fibra soluble e insoluble, que mejora el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y ayuda a controlar el colesterol y el apetito.
Protege el corazón, al reducir el colesterol, la presión arterial y la formación de coágulos. Beneficia la visión, al prevenir la degeneración macular y la inflamación ocular, por su contenido en carotenoides y vitamina A.
Previene los defectos de nacimiento, al favorecer el desarrollo del sistema nervioso del feto, por su aporte de ácido fólico. El tomate cherry es un alimento saludable, delicioso y versátil, que se puede preparar de muchas maneras: en ensaladas, sopas, guisos, cremas, hummus y falafel.
Se recomienda ingerirlo al menos dos veces por semana, junto con otros alimentos vegetales, para obtener todos sus beneficios. Para cultivarlos, se deben seguir estos pasos básicos: obtener plantones o semillas de tomate cherry. Se recomienda plantarlos entre enero y junio, según el clima de la zona.
¿Cómo plantar?
Preparar el lugar donde se van a plantar los tomates. Se necesita un sustrato suelto, bien drenado y rico en nutrientes. Se puede usar una jaula para tomates o tutores de madera para sostener las vides. Sembrar las semillas en un semillero o trasplantar los plantones al lugar definitivo. Se deben enterrar a unos 5 mm de profundidad y dejar unos 40 cm de separación entre plantas.
Regar con frecuencia, pero sin encharcar, y mantener el suelo libre de malas hierbas. Abonar semanalmente con un fertilizante orgánico. Podar las ramas secas, enfermas o que no den frutos. Eliminar los chupones o brotes laterales que salen del tallo principal. Cosechar los tomates cuando estén maduros, de color rojo, naranja, amarillo o rosa, según la variedad.