Estefanía Pasquini se pregunta: “¿Te encontraste comiendo por emociones?” y responde: “Seguramente a más de uno nos agarró una alegría o un enojo y terminamos comiendo. Más allá de quedarnos con la bronca y cuestionarnos porqué hacemos esto, lo ideal es evaluar ante qué reaccionó así, que elijo comer y que puedo hacer para mejorarlo. Por suerte el cerebro es muy bueno para aprender nuevas estrategias”.
Estefanía Pasquini dice que todo se puede lograr si se trabaja con dedicación. “Una vez que identificó los desencadenantes, entonces podré averiguar qué voy a hacer en su lugar. Romper un hábito disfuncional requiere el reemplazo por un nuevo hábito saludable. Pará trabajarlo ¿Qué estaba haciendo antes de la urgencia por comer? ¿Cuál es el alimento que elijo?”, mencionó.
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“Esto permite identificar las razones emotivas que pueden esconder el acto de comer y la elección que se hace del alimento. Al saber esto, tomarse 5 minutos ayuda. Antes de sucumbir al comer emocional, es bueno darnos al menos 5 minutos. Beber líquidos frescos y sin calorías. Salir de la zona de riesgo (la cocina, mi casa o en donde suceda) y buscar algún recurso que nos pueda poner a hacer foco en otra cosa”, aconsejó.
Estefanía Pasquini: “La clave es ser paciente. Reemplazar un circuito afianzado lleva tiempo. Algunos días puede salir y otros no, recordarte siempre que estás haciendo lo mejor que podes”.
“Leer o llamar a un amigo, hay quienes se ponen a pintar mandalas o retoman pinturas que están haciendo la que se te ocurra que sea viable. Es importante también evitar tentaciones. En lo posible no tener a mano esos alimentos que ayudan a la pérdida del control”, mencionó por último Estefania Pasquini con respecto a cómo evitar comer por emociones.
En la sociedad actual, la comida se ha convertido en mucho más que simplemente la ingesta de nutrientes. Muchas veces, utilizamos la comida como una forma de lidiar con nuestras emociones, ya sea el estrés, la tristeza, la ansiedad o la felicidad. Esto puede llevar a comer en exceso o a buscar alimentos reconfortantes que no son los más saludables.
La comida emocional, también conocida como comer por emociones, es un problema común que puede tener un impacto negativo en nuestra salud física y mental. Sin embargo, existen estrategias y técnicas que podemos utilizar para evitar caer en este patrón de comportamiento y adoptar una alimentación más consciente.
Estrategias
Otra estrategia importante es aprender a diferenciar entre el hambre física y el deseo de comer por emociones. El hambre física suele desarrollarse lentamente y puede ser satisfecha con cualquier tipo de alimento, mientras que el deseo de comer por emociones tiende a ser repentino y estar vinculado a la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento. Aprender a escuchar a nuestro cuerpo y a reconocer estas diferencias nos ayudará a tomar decisiones más conscientes a la hora de comer.
En resumen, evitar comer por emociones es un paso importante hacia una alimentación más consciente y saludable. Aprender a identificar las situaciones que nos llevan a la comida emocional, a diferenciar entre el hambre física y el deseo de comer por emociones, y a buscar alternativas saludables para manejar esas emociones, son pasos fundamentales en este proceso. Estefanía Pasquini asegura que, con práctica y paciencia, podemos aprender a tomar decisiones alimenticias más conscientes y a cuidar nuestra salud emocional y física.