En una entrevista con la revista Gente, Fer Dente contó cuáles eran sus sueños de chico y qué fue lo que lo llevó al mundo del espectáculo. El artista manifestó que quería ser jinete. “Y es una vocación latente, que de vez en cuando vuelvo a visitar. Monté de los siete a los 14 años. Sucede que teníamos una casa familiar en el Club de Campo La Martona, de Adrogué”, recuerda.
“No bien nací el 7 de enero de 1990 en la Clínica Finochietto, me llevaron. Ahí pasábamos el verano y el invierno, Semana Santa, los fines de semana. Estaba buenísimo: con arroyo, naturaleza, verde, aire puro. Por la crisis económica, en 2000 debimos vender la vivienda. Instalados en Flores, mis expectativas mutaron hacia otros lados”, aclaró Fer Dente.
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“Ahora, aunque no vivencio la misma experiencia que de chico, cuando montar era mi objetivo absoluto, conservo una conexión especial con los caballos y ese deporte. Es como que me hacen pasar de nafta a gas. Una de las pocas cosas en las que siento que me desdoblo y aparece otra persona dentro de mí”. aseguró el conductor de “Noche al Dente”.
Sobre su infancia, Fer mencionó: “Creo que hasta los cinco o seis años, uno extravertido, con mucha energía. Hay videos de un viaje familiar que hicimos en el que yo estaba muy arriba todo el tiempo. ¿Viste cuando sos chico y casi que pedís que alguien te pegue un cachetazo para (mermar) la histeria? Por otro lado, en el jardín y la escuela siempre parecía un lord inglés, re correcto”.
A su vez, Dente confesó que por su obsesión se anotó en clases de vóley, taekwondo, esgrima y teatro en el Club Italiano de Flores. “Como capricorniano obsesivo, me anoté en todo. Pero a la semana lo único en lo que había quedado era el teatro. Salvo para andar a caballo, siempre fui malo en el resto de los deportes. Yo no (hago) (algo) para divertirme si lo hago mal”, dijo.
“Prefiero no jugar, no me siento cómodo. Pero en la primera clase de actuación, una chica llamada Jimena me enseñó una coreografía, me vi en el espejo y pensé: ¡Guau, esto sí me sale! Y me quedé, porque empecé a vivir la experiencia de hacer algo bien y con facilidad. Yo creo que los dones, los talentos, vienen de otra vida”, reconoció sobre su vocación.
Cuestión de peso
“Ahora que tengo una estructura mental que me permite encarar fuerte el trabajo (pasé por el ballet, el contemporáneo, el tap), sigo (percibiendo) que lo (vinculado) a esto me sale con facilidad. Bueno, también comía con facilidad”, mencionó Fer Dente sobre los kilos de más que tuvo en su juventud. “Aunque leve, era el único en casa con sobrepeso. A la distancia, veo que me estaba morfando la angustia que vivía en mi hogar”, agregó.
“Comía por la necesidad de tapar algo, no por placer. Me quedaba solo en casa y mi (actividad) era (hallar) dónde escondían mis padres la llave que (habilitaba) el mueble donde escondían los alfajores Bon o Bon. Siempre la (hallaba), y me clavaba tres. Fui a nutricionistas, me sumé a dietas, ayuno. Sufría. Mamá me levantaba preguntándome: Buen día, amor, ¿cómo amaneciste? ¡Gordo!” le mandaba. Hoy soy lo opuesto a aquel niño”, aclaró.