En una entrevista con El Planeta Urbano, Claudio Rígoli habló sobre los pecados más grandes de los profesionales de comunicación: la soberbia. “La soberbia y la intolerancia son dos de las actitudes humanas más detestables. Yo sé que estoy frente a una cámara porque este laburo no se puede hacer en otro lado”, dijo:
“Entonces la fama o el reconocimiento que puede generar la (popularidad) no nublan el entendimiento. Mis padres me enseñaron a tener esta actitud ante la vida. Cuando las luces se apagan y llegás a tu casa, estás solo y te (hallas) con vos mismo”, aclaró Claudio Rígoli.
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A su vez, el conductor mencionó que pasa constantemente por examen de conciencia. “Sí, me siento muy bien porque me desenvuelvo según mis principios. Puedo ser humilde y exigente al mismo tiempo sabiendo que puedo mejorar”, dijo.
“La perfección del ser humano está, precisamente, en la imperfección que ejerce”, aclaró. Debido a eso, el periodista habló sobre la profesión de sus padres. “Mi papá tenía un taller de reparación de radios y televisores, había sido militar de Comunicaciones, se retiró muy joven y después (colocó) ese taller”, contó.
“Mi mamá era ama de casa; tenía ocho hijos, no le quedaba tiempo para mucho más. Yo soy el más chico”, agregó. Con tal develación sobre sus padres, muchos aseguraron que el camino que eligió Rígoli se debe al oficio de su papá, pero no. En realidad, el periodista quería otra carrera.
“Entré en el mundo de los medios porque era mi segundo gran amor, desde mi (juventud) quería ser médico”, aseguró. Claro, existen puntos de contacto entre ambas profesiones desde el lugar que él lo ve. “Sí, porque me toca difundir información y ayudar a los otros”, contó.
Lado solidario
La pantalla tiene una dimensión humanitaria, asegura Claudio Rígoli. “Colaboro con fundaciones y diferentes ONG en la conducción de los eventos, no (percibo) un peso por eso. No lo hago por obligación, la vida ha sido muy generosa conmigo. ¿Cuánto tiempo me lleva hacer un video o conducir una gala benéfica? Muy poco”, dijo.
“Desde los 16 años tengo esta voz, la heredé de mi papá; mi hijo Santiago también la tiene. Cuando uno se familiariza con esa cualidad, todo lo demás es natural. Cuando me subo a un taxi me dicen que hablo igual que en la televisión”, contó sobre su timbre de voz.