La limpieza facial es uno de los pasos más importantes para el cuidado de la piel, no solo porque la mantiene limpia de las impurezas que adquirimos durante el día, sino que fundamentalmente evita y previene los problemas cutáneos, como bacterias, granos, comedones.
Para una limpieza facial adecuada y eficaz es sumamente importante conocer qué tipo de piel tengo y cuáles son los ingredientes que mejor le van y sirven para un mayor cuidado, como también para una mejor apariencia.
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Buscando soluciones y no problemas, decidimos mencionarte los errores más comunes que solemos cometer a la hora de realizar nuestra rutina y limpieza facial, ya sea por la mañana o por la noche; obviamente salvando las diferencias.
A la hora de elegir un limpiador debemos tener en cuenta nuestra piel, grasa, mixta, sensible o seca. En caso de no saber exactamente cuál eres, opta por uno que sea gentil, que no lleve ácidos y que no exfolie. Aquellos que son a base de agua o contienen manitol vienen ideal para cualquier tipo.
En caso de optar por una exfoliación, que es necesaria cada determinado tiempo, dependerá también de tu tipo de cutis. Se recomienda hacerlo progresivamente para no causar daños cutáneos, preferentemente 1 vez por semana, durante un mes, y luego incorporar un día más.
Retirar los productos de limpieza facial siempre, pero siempre deberá hacerse con agua fría o, en su defecto, agua templada o tibia. Nunca utilices agua caliente, ya que puede alterar tu piel y promover sobreproducción de sebo, irritación y resequedad.
Más consejos
Todos sabemos y somos conscientes que utilizar protector solar, después de una limpieza facial, es fundamental para prevenir el envejecimiento, los daños y las manchas solares. Sin embargo, muchos se olvidan del retoque. Se recomienda hacerlo cada 2 horas o máximo 4 horas.
Recuerda que para tener los poros del rostro limpios y evitar los puntos oscuros o los comedones es fundamental realizar una limpieza facial durante la mañana, con agua micelar, y otra por la noche con la doble limpieza, para quitar en profundidad las impurezas y la suciedad que juntamos durante el día.