Los billetes argentinos de mayor denominación salieron al mercado nacional para intentar, según el gobierno, compensar las alzas inflacionarias y darle a la ciudadanía una mayor sensación adquisitiva. Una determinación que a todas luces presentaba dudas e incógnitas.
Los billetes nacionales, sin embargo, no fueron impresos en el país, sino que fueron encargados a varias empresas internacionales. La primera tanda que llegó al país durante 2024 fue impresa en una fabrica en China por casi 90 millones de dólares.
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Ahora, el gobierno ha anunciado que otro contingente de papel moneda de mayor denominación llegará a suelo nacional para ser distribuido lo antes posible en el país. Según se supo, la empresa que imprimió los ejemplares ya habría enviado el cargamento al puerto de Buenos Aires.
De acuerdo a la administración de Javier Milei tiene planeado traer a Argentina un total de mil millones de billetes de 10.000 y 20.000. Estos serán abonados en una suma que supera los 50 millones de dólares. De acuerdo a los primeros análisis, se planearía eliminar las denominaciones más chicas, ya que su circulación entorpece los acuerdos y pagos.
Como se sabe, la menor denominación de billetes argentinos es la de 10 pesos argentinos, debido a que la de 5 pesos fue retirada con antelación, de acuerdo al BCRA. El ejemplar de mayor denominación es el de 20.000 recientemente estrenado.
Algunos analistas mencionan que estos cargamentos de billetes podrían incrementar la inflación real, debido a que no existe un parámetro para medir la cantidad de circulación y cómo afectará a la sociedad en los precios de bienes y servicios.
Las críticas
El gobierno había manifestado que tenía las intenciones de no emitir más billetes para evitar la inflación, pero ha impreso cientos de miles de millones de ejemplares nuevos de las mayores denominaciones con la esperanza de que la gente tenga mayor sensación de control sobre sus ingresos.
Algunos economistas han declarado que estas acciones puede generar mayor inflación y que no compensaría el afamado atraso cambiario, debido a que las empresas podrían generar mayores ganancias y no transferir dichas a los empleados.