El sedentarismo se ha convertido en uno de los grandes males de la modernidad, ya que, si bien la falta de actividad física o movimiento se ha visto desde siempre, el nivel que alcanzó en estos últimos 20 años es completamente alarmante, no solo para profesionales, sino población en general que ve su salud amenazada.
El sedentarismo colabora fuerte y negativamente a la salud, puesto que estar mucho tiempo sentado ayuda al aumento de peso, pérdida de masa muscular, desviación momentánea o permanente de la columna, dolores por posturas incorrectas, entre otras cosas.
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Superar el sedentarismo es un proceso gradual que requiere compromiso y cambios en la forma de vida. Es esencial establecer metas realistas y alcanzables, como caminar una cierta cantidad de pasos al día o practicar ejercicio durante un determinado tiempo, permite tener metas claras que motivan y ayudan a mantener la consistencia.
La incorporación de actividad física a la rutina diaria es crucial, pero esto no significa necesariamente unirse a un gimnasio; actividades simples como caminar, andar en bicicleta o practicar deportes recreativos pueden marcar la diferencia. Hay que hallar una actividad que guste, para que se convierta en algo placentero en lugar de una tarea monótona.
Establecer un horario regular para la actividad física puede ser clave en la vida de los que quieren salir del letargo. Programar momentos específicos en el día para el ejercicio ayuda a crear un hábito y a integrarlo de manera más efectiva en la rutina diaria.
La variedad en las actividades físicas también es importante para evitar el aburrimiento y el estancamiento. Experimentar con diferentes tipos de ejercicio, desde aeróbicos hasta entrenamiento de fuerza, mantiene el interés y proporciona beneficios diversos para la salud.
Otras ideas
El sedentarismo puede enfrentarse de diversas formas, pero para que la salud se vea beneficiada de todos los cambios es importante que estos sean paulatinos. Optar por las escaleras en lugar del ascensor, caminar en lugar de conducir para distancias cortas o realizar pausas activas durante el trabajo son formas simples de agregar movimiento a la rutina diaria.
Por otro lado, contar con el apoyo de los afectos puede hacer la diferencia, ya que el ánimo constante moviliza desde el interior para intentar mejorar. La mentalidad en ocasiones no es suficiente para llevar adelante los cambios, pero sí el estar para aquellos que lo quieren.