Las avellanas, frutos secos que se obtienen del árbol del avellano, tienen un sabor dulce y agradable, y se pueden consumir crudas, tostadas, molidas o como ingrediente de diversos platos y postres. Son muy nutritivas y aportan beneficios para la salud, siempre que se consuman con moderación y dentro de una dieta equilibrada.
Las avellanas se destacan por ser ricas en grasas saludables, principalmente monoinsaturadas, como el ácido oleico, que ayuda a reducir el colesterol malo (LDL) y a aumentar el bueno (HDL), protegiendo así el sistema cardiovascular.
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Contienen proteínas vegetales de alto valor biológico, que contribuyen al mantenimiento y la reparación de los tejidos corporales. Aportan fibra, que favorece el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y mejora la salud digestiva.
Se recomienda consumir entre 20 y 30 gramos de avellanas al día, lo que equivale a un puñado o a unas 15 unidades.
Son fuente de vitaminas, especialmente del grupo B, que intervienen en el metabolismo energético, el funcionamiento del sistema nervioso y la formación de glóbulos rojos. También contienen vitamina E, un potente antioxidante que protege las células del daño oxidativo.
Proveen minerales, como el calcio, el fósforo, el magnesio, el hierro, el zinc y el selenio, que son esenciales para la salud ósea, la producción de hemoglobina, la actividad enzimática y la función inmunológica. Los beneficios de las avellanas para la salud son diversos, entre ellos:
Previenen y combaten las enfermedades cardiovasculares, al mejorar el perfil lipídico, disminuir la presión arterial, prevenir la formación de coágulos y mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos. Fortalecen el sistema inmunitario, al estimular la producción de anticuerpos y la actividad de los glóbulos blancos.
Más beneficios
Las avellanas mejoran el rendimiento cognitivo, la memoria y la concentración, al aportar nutrientes que favorecen la función cerebral, como el fósforo, el magnesio, el zinc y las vitaminas del grupo B. Previenen la anemia, al contener hierro y ácido fólico, que son necesarios para la síntesis de hemoglobina, la molécula que transporta el oxígeno a las células.
Retrasan el envejecimiento celular, al neutralizar los radicales libres, que son moléculas que dañan el ADN, las proteínas y las membranas celulares, provocando alteraciones y enfermedades degenerativas. Aportan energía y vitalidad, al contener hidratos de carbono complejos.