Los huevos son un alimento muy nutritivo y versátil, que se puede preparar de muchas formas diferentes. Sin embargo, también son un alimento delicado, que requiere de ciertos cuidados para evitar que se estropeen o que puedan causar problemas de salud.
Los huevos necesitan un cuidado especial. Por eso, es importante saber cómo conservarlos después de comprarlos y qué es lo que no se debe hacer con ellos. Lo primero que hay que tener en cuenta es la fecha de caducidad, que suele estar impresa en el envase.
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Esta fecha indica el tiempo máximo que se pueden consumir con seguridad, siempre que se hayan mantenido en buenas condiciones. Por lo general, los huevos se pueden conservar hasta cuatro semanas después de la puesta, pero esto puede variar según el tipo y el método de conservación.
Lo más recomendable es guardar los huevos en el refrigerador, preferiblemente en el estante central o inferior, donde la temperatura es más constante y fría. Además, se deben mantener en su caja original, que está diseñada para protegerlos y mantenerlos frescos.
Si se compran huevos sueltos o que no se venden en el supermercado, se deben colocar en un recipiente limpio con tapa, que evite el contacto con otros alimentos y la contaminación cruzada. Otro aspecto a tener en cuenta es la posición de cada uno de ellos.
Se aconseja colocarlos con la punta hacia abajo, de esta forma la yema permanece en el centro, cubierta por la clara, y se evita que se rompa la membrana interna que separa el huevo de la cáscara. Esta membrana es una barrera natural que impide el paso de microorganismos al interior, por lo que hay que cuidarla.
Recomendación
Por eso, no se debe lavar los huevos antes de guardarlos, ya que esto puede eliminar la capa protectora que recubre la cáscara y aumentar la porosidad de la misma. Solo se deben lavar los huevos justo antes de consumirlos, con agua tibia o a temperatura ambiente, y frotando suavemente con las manos para eliminar cualquier resto de suciedad.
También se deben lavar y desinfectar las manos antes y después de manipular los huevos, así como los utensilios y superficies que se utilicen para prepararlos. Finalmente, hay que tener en cuenta el modo de preparación de los huevos. Se recomienda cocinarlos bien, hasta que la clara y la yema estén firmes, para eliminar cualquier posible bacteria.