A través de sus redes sociales, Estefanía Pasquini volvió a recalcar que todos deben evitar los azúcares en demasía. Pero en esta ocasión, si bien puede estar dirigido para todos los momentos de nuestra existencia, mencionó que azúcares y niños no es una buena combinación.
“(La ingesta) crónica de azúcares cuando los niños comienzan a comer puede alterar los genes de una parte del cerebro, pudiendo influir su capacidad de regular el estrés, aumentar la vulnerabilidad a la ansiedad”, comenzó diciendo Estefanía Pasquini.
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Sí, la esposa de Alberto Cormillot, qué es madre de un pequeño de dos años recién cumplidos, mencionó que existen una infinidad de consecuencias y es por eso que se debe extremar cuidados en los primeros años de vida para que no exista una dependencia sobre este producto.
“(El azúcar) puede afectar la memoria y el aprendizaje más adelante en la vida, además su (ingesta) excesiva es una de los causantes de obesidad y enfermedades asociadas como hipertensión y diabetes entre otros”, agregó la médica nutricionista.
“Quiero aclarar que cuando hablamos de azúcares hago referencia al de mesa, al de panadería, pastelería, galletas, cereales azucarados y no al azúcar de una fruta por ejemplo que son totalmente distintos los tipos de alimentos”, aclaró Estefanía Pasquini.
“Así como aprendemos rápidamente a tener más agrado por sabores dulces o salados de alto contenido graso a través de las experiencias tempranas, también es cierto que promover sabores de alimentos más aconsejados y saludables puede contribuir en gran medida a una alimentación que colabore positivamente con el crecimiento y desarrollo de los niños”, destacó.
Cuidados
“¿Entonces nunca le daremos dulces? Es casi imposible, pero si los primeros dos años de vida ofrecemos alimentos más saludables, cuando arranque el jardín con los cumples, las colonias y demás eventos que los (coloque) ante esos alimentos, los probará y seguramente les gustaran, pero ya conocerán otros gustos”, enfatizó Estefanía Pasquini.
“Y tendrán aceptación por ellos, distinto a un niño que los (ingirió) desde antes de los dos primeros años de vida. Resumiendo, evitemos los dos primeros años darle estos alimentos, ya que no conoce su sabor y no es: pobrecito no lo puede comer. ¡No sabe que es!”, completó.