La vitamina D, también conocida como la "vitamina del sol," es una de las vitaminas más importantes para nuestro organismo. Aunque se llama vitamina, en realidad es una hormona esteroidea que se produce cuando la piel está a la luz solar. Sin embargo, también podemos obtenerla a través de ciertos alimentos y suplementos.
Uno de los roles más conocidos de la vitamina D es su capacidad para mantener huesos y dientes saludables. Ayuda a nuestro organismo a absorber y utilizar el calcio y el fósforo, minerales esenciales para la formación y el mantenimiento de huesos fuertes.
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La vitamina D también tiene un papel fundamental en el sistema inmunológico, ayudando a protegernos contra enfermedades e infecciones. Contribuye a la producción de péptidos antimicrobianos, que son proteínas que combaten bacterias y virus.
Una adecuada cantidad de esta vitamina en el organismo puede ayudar a regular la inflamación, lo que es esencial para una respuesta inmunitaria equilibrada y para prevenir la inflamación crónica, que está asociada con diversas enfermedades.
La vitamina D también puede tener efectos positivos en la salud cardiovascular, ya que se ha vinculado con la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial y la enfermedad cardíaca.
Los receptores de vitamina D se hallan en varias áreas del cerebro, lo que sugiere que esta vitamina puede tener un impacto en la salud del sistema nervioso y en funciones cognitivas.
El sol
La principal fuente de vitamina D es el sol. Pasar tiempo al aire libre, preferiblemente en las horas de sol de la mañana, permite que la piel sintetice esta vitamina. Sin embargo, es importante tener cuidado con estar mucho tiempo al sol y siempre usar protección solar adecuada.
Además del sol, algunos alimentos también contienen vitamina D. Los pescados grasos como el salmón y el atún, el hígado de res, los huevos y los productos lácteos enriquecidos son fuentes de esta vitamina.