El sesgo de peso es una forma generalizada de prejuicio que conduce a la estigmatización de las personas que se percibe que tienen exceso del mismo. En una reciente publicación en su cuenta de Instagram, Alberto Cormillot brinda una mirada crítica sobre la realidad que se vive en la sociedad.
Alberto Cormillot, especialista en nutrición y en planes alimentarios, asegura que se han utilizado varias teorías psicológicas para explicar el sesgo de peso y comprender su impacto negativo en la salud mental y física de las personas con sobrepeso y obesidad.
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Se necesitan innumerables enfoques para reducir el estigma del peso y sus consecuencias adversas para la salud a nivel de la población. Este grupo de personas, que cada vez son más, son objeto de burla desde edades tempranas. Todo comienza con un “che, gordito”.
Los posibles objetivos de las políticas de reducción del estigma incluyen la discriminación basada en el peso en el lugar de trabajo, el hostigamiento y la discriminación en entornos educativos, el estigma en la atención de la salud y las representaciones estereotipadas en los medios.
Estas políticas propuestas cuentan con un fuerte apoyo del público y las partes interesadas y, con una mayor implementación y evaluación, pueden servir como intervenciones estructurales prometedoras para abordar el estigma del peso social.
Tanto grandes como chicos enfrentan discriminación vinculada con el peso todos los días, en tiendas y restaurantes, en el transporte público, en el lugar de trabajo y en entornos de atención médica. El estigma del peso afecta incluso a los vínculos personales.
¿Vergüenza?
De hecho, la "vergüenza por la obesidad" está tan arraigada en la sociedad moderna que es posible que las personas ni siquiera se den cuenta de lo que está sucediendo. Y el problema está empeorando: mientras aumenta la obesidad, también aumenta la discriminación por el peso.
El prejuicio contra las personas que viven con obesidad sigue siendo socialmente aceptable. Esto hace que un gran porcentaje de la población sea vulnerable a un trato flagrantemente injusto, con pocos recursos en términos de protección y apoyo, asegura Alberto Cormillot.