La salud se ve afectada en gran medida por lo que comemos y no es una novedad que, en ocasiones, ingerimos alimentos aun cuando no tenemos hambre. Este comportamiento se ha denominado hambre emocional y está vinculado con los estados anímicos que sufrimos.
La salud emocional es un apartado al que se le está dando mayor importancia desde que el hambre emocional se ha convertido en un mal de la modernidad y que está fuertemente influenciada por el estrés o situaciones caóticas en el apartado mental de las personas.
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En gran cantidad de oportunidades, las emociones influyen en lo que comemos, pues estados como la ansiedad, el estrés, la depresión, la soledad o el aburrimiento colaboran para que esto sea una realidad. Es por eso que se ha desarrollado el concepto de hambre emocional para dar respuesta a esta sintomatología.
Con frecuencia, quienes padecen de hambre afectada por las emociones tienden a preferir alimentos altos en azúcar, como dulce de leche, chocolates, helados varios o mermeladas. Estos se vinculan con la satisfacción en el cerebro y pueden convertirse en un serio problema.
Por suerte, los especialistas en desordenes alimenticios elaboraron ciertas recomendaciones para evitar estos cuadros. Como primer consejo, se recomienda comer lentamente, debido a que la sensación de saciedad de cualquier comida llega después de aproximadamente 20 minutos.
En segundo lugar, hay que reconocer los estados que llevan a comer sin tener hambre, como el estrés, ansiedad o cuadros nerviosos. De ser posible, hay que intentar trabajar estos aspectos con profesionales psicólogos para determinar el origen de la angustia y así evitarlos.
Otras recomendaciones
Para evitar el hambre emocional y mejorar la salud es importante mantenerse activo, haciendo ejercicio toda vez que se pueda. Controlar la alimentación con un profesional nutricionista es crucial, debido a que se podría incursionar en el exceso de peso y en casos más graves, de obesidad.
Siempre es buena idea consultar con profesionales ante cualquier distorsión, para no tener que caer en cuadros que pueden resultar completamente riesgosos para el organismo en general. Recordemos que la salud es un delicado balance entre organismo, mente y espíritu.