Estefanía Pasquini tiene claro que la Navidad es una época del año en la que se celebran numerosas fiestas y reuniones familiares, sociales y laborales, en las que la comida y la bebida son protagonistas. Estos eventos suponen un cambio en los hábitos alimentarios y en el modo de vida, que pueden afectar a la salud y al peso corporal.
Estefanía Pasquini se pregunta: ¿Por qué es tan difícil mantener la dieta en estas fechas? La oferta de alimentos hipercalóricos es muy amplia y tentadora. Los dulces navideños, como los turrones, los panes, los budines que son ricos en azúcares y grasas, y aportan muchas calorías.
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Lo mismo ocurre con las carnes grasas, los embutidos, los quesos, las salsas, los fritos, los rebozados o los frutos secos. Estos alimentos se ingieren en mayor cantidad y frecuencia que en otras épocas del año, y resulta difícil resistirse a ellos. La ingesta de alcohol también se incrementa en Navidad.
El alcohol tiene un efecto estimulante y desinhibidor, que puede favorecer la ingesta excesiva de comida. Además, el alcohol puede interferir con el metabolismo de los nutrientes y generar deshidratación, resaca, irritabilidad o insomnio.
La presión social y familiar es otro factor que dificulta el seguimiento de la dieta. En muchas ocasiones, se asocia la comida con el afecto, la generosidad, la alegría o la tradición, y se espera que los invitados coman y beban todo lo que se les ofrece.
Rechazar o moderar la ingesta de ciertos alimentos puede ser interpretado como una falta de cortesía, de respeto o de aprecio. Además, muchas personas se dejan llevar por el ambiente festivo y se olvidan de sus objetivos y compromisos personales, dice Pasquini.
Más motivos
La falta de planificación y de organización es otro obstáculo para mantener la dieta. Muchas personas no planifican sus menús con antelación, no hacen una compra adecuada, no controlan las cantidades que cocinan o que se sirven, no eligen opciones saludables cuando comen fuera de casa, no se llevan comida preparada al trabajo.
Esto les lleva a improvisar, a comer lo que hallan o lo que les apetece sin tener en cuenta el equilibrio nutricional ni el valor calórico de los alimentos. La disminución de la actividad física es otra consecuencia de las fiestas navideñas. La falta de tiempo, la pereza, el cansancio o la resaca pueden hacer que se reduzca o se abandone la práctica de ejercicio, dice Estefanía Pasquini.