En una reciente entrevista con la revista Gente, Fer Dente contó como reconoció que su futuro estaba en mundo del espectáculo. “No sé. Era como si empezara a estudiar para ser abogado o astronauta. No sabía qué me depararía el futuro. El cambio llegó a los dos años, cuando entré a la escuela de Hugo Midón. Él abrió una audición para el espectáculo Derechos torcidos”, recordó.
“Quedé, y pronto se me desmitificó la idea de que si eras actor y no te llamabas Francella o Darin, vivirías abajo de un puente. Claro, porque conocí a bastante gente que no tenía apellido Francella ni Darin y vivía mejor que mis papás. Así que cierto día me desafié: Voy a ser actor, me voy a dedicar a esto”, aseguró Fer Dente dejando en claro cuando se dio el punto de inflexión.
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“Empecé a entender. Me iniciaba con el mejor, y él tenía el mejor equipo. Por ejemplo, Lala Mendia, la asistente de dirección de Hugo, en la actualidad es la directora académica del Instituto Argentino de Musicales que tenemos con Ricky Pashkus. Un clima perfecto, porque yo soy curioso y sé preguntar y escuchar las indicaciones y las correcciones”, aseguró el artista.
“Mi objetivo se (vincula) a querer ser lo mejor que puedo ser. Para construir, siempre parto del lugar de que no sé. Y luego tomo mis propias decisiones”, Fer Dente.
Sobre el apoyo de sus padres, contó: “Fui el cuarto hijo que llegó tarde, y a mis papás los agarré súper cansados. Tuve un panorama ideal en ese sentido, ya que no me sobreestimulaban ni me frenaban o coartaban. Al contrario, con mamá hablaba de estos temas, y papá me pagaba las clases y me iba a buscar a las once de la noche. Por otro lado, siempre fui muy autogestivo”.
“(Veía) las Páginas Amarillas para llamar a los canales y averiguar por los castings. No me lo quería perder, porque desde chico, el arte era una salvación, un refugio para mí. ¡Yo les pedía a mis viejos que se separaran!”, contó Fer dejando a la luz su pasado oscuro. El artista mencionó que en su casa se vivía un clima hostil todo el tiempo.
“Mis padres compartían un vínculo tóxico por demás, que finalmente perduró treinta años. Una cosa es vivirlo como (joven) y otra verlo ahora, como (mayor). Papá no era un ogro, yo lo amo; fue increíble con mis hermanos y conmigo. El tema era que no se guardaban sus problemas para ellos dos, y hacían como un show familiar”, recuerda el conductor de “Noche al Dente”.
Vivencias
“Así que no crecí viendo un ejemplo sano y amoroso de pareja. Me desesperaba mi falta de elección, porque a los 10, 11, 12 años no podía irme”, confirmó Fer Dente. Para dejar en claro la magnitud de los hechos, el artista conto una experiencia. “Cuando todo se (colocaba) oscuro, me encerraba en el baño e imaginaba una gran balanza. De un lado aparecía toda esta porquería, y del otro, mi ilusión”, dijo.
“De pronto (decía) una especie de mantra: Sé que ser actor me rescatará. El marco, el ámbito, el presente no eran buenos, entonces a mí me salvaba el refugio que había (hallado). Por eso siempre repito al final del programa: ‘Sueñen cosas lindas, que seguro se cumplen’. En una época desalentadora y de caos, mi conexión poderosa con la esperanza era el barrilete que lograba (llevarme) hacia arriba”, completó.