Domingo 28 de Abril 2024
ARACELI GONZÁLEZ

El trastorno que persiguió por años a Araceli González: “Debía ayudarme con pastillas”

La palabra de Araceli González.

Escrito en ENTRETENIMIENTO el

En una entrevista con el sitio de noticias Infobae, Araceli González contó que en los años 90 conoció que el pánico se había apoderado de ella sin haberlo sospechado. “Fue en tiempos de Nano (El Trece, 1994). Estaba en el mejor momento de mi carrera”, comenzó diciendo.

“Sin embargo, debía ayudarme con pastillas para salir de casa y pedirle a mi hermano que me llevase a grabar”, rememoró Araceli González sobre aquellos días en que el miedo le tocaba hasta la fibra más sensible de su ser, sin importar el lugar ni la hora.  

“En miles de oportunidades llamé a mi psiquiatra llorando porque lo único que necesitaba escuchar era: Hola, acá estoy”, rememoró la artista, de faceta empresarial por estos días, quien padeció del trastorno de pánico por más de una década, entre 1990 y el 2000.

“Incluso durante el embarazo de Toto (Tomás Kirzner, 25), cuando me volqué al yoga y a la vida natural para (hallar) alivio ante la posibilidad de ingerir medicamentos”, reconoce la esposa de Fabián Nicolás Mazzei, quien ni siquiera con la cabeza en embarazo pudo despegarse de este padecimiento.

Me costaba quedarme en los eventos y muchas veces salía de ahí manejando directo hacia el hospital. Y ya había entrenado a Flor (Florencia Torrente) para que supiese qué hacer si yo me desvanecía. La vida se hacía horrible a merced de eso, que era como un Alien que se metía hasta asfixiarme”, narró.

“En aquel entonces era sumamente vergonzante decir que uno sufría de ansiedad o de pánico. Y mucho tiempo antes de poder hablarlo con la naturalidad que merece, me repetía: "Tranquila, no es una enfermedad. No estás loca. No vas a morir por esto”", cuenta Araceli González.

Momentos para el olvido

“En ese tránsito, y desde lo más profundo de la angustia, entendí el valor de dejarse caer. Mi psicólogo me decía: No intentes controlarlo todo. Porque así se llega a la oscuridad y es ahí, en lo más profundo, donde logramos estar más lúcidos”, destaca Araceli González.

 “Yo necesitaba estar cara a cara con el dolor, con la verdad. Porque la verdad es una, y el final de todo. Eso me hizo así de valiente. Hasta ahí había sabido pararme sobre la mismísima porquería, masticarla y digerirla para volver a levantarme”, completó.