"¿Cuantas veces dijiste quiero llegar a "x" peso y no llegabas? Y comparabas con otros momentos en los que sí. ¿Te pusiste a pensar esto?”, comenzó diciendo Estefanía Pasquini a la hora de hablar sobre los factores que hacen aumentar de peso y lo difícil que es perderlos.
La mayoría de las personas recurren a la comida para percibirse mejor en algún momento. Ya sea acurrucándose con un pote de helado después de una ruptura o recurriendo al chocolate y las galletas para ayudarnos a superar un día difícil en el trabajo, son puntos claves a los que Estefanía Pasquini hace referencia.
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Comer en ese momento se conoce como alimentación emocional, adquirir alimentos en respuesta a las emociones. Pero si bien puede hacernos percibir mejor al principio, a lo extenso puede tener un impacto negativo en nuestra salud. Es por eso que la nutricionista hace hincapié en el contexto.
Gran parte de la sociedad es consciente de que la obesidad es un problema social importante con tasas que siguen aumentando. Comer en exceso en respuesta a las emociones es solo uno de los muchos factores que se cree que impulsan el aumento de peso.
Sin embargo, mientras que otros factores toman protagonismo, como la edad, el trabajo, el gasto energético, la diferencia del peso con años anteriores, es importante comprender cómo las emociones pueden influir en el aumento de peso para ayudar a controlarlo y perderlo.
Entonces, ¿por qué recurrimos a la comida cuando nos sentimos emocionales? Algunos investigadores argumentan que el comer emocional es una estrategia utilizada cuando no podemos regular nuestras emociones de manera efectiva.
Regulación
Esta "desregulación emocional" se puede dividir en tres aspectos: comprender las emociones, regular las emociones y los comportamientos, lo que hacemos en respuesta a una situación determinada. En este punto Estefanía Pasquini siempre solicita mayor cuidado.
La regulación emocional, por su parte, engloba las estrategias que utilizamos para reducir emociones negativas y gestionar nuestras emociones en general. Puede incluir ejercicio, respiración o meditación, además de comer. Varias cosas influyen en cómo regulamos las emociones.