Para la gente de muchas partes de Argentina (así como de gran parte del mundo, que vive en el hemisferio sur), las frases “temperatura récord” y “ola de calor” ha sido una parte habitual del pronóstico reciente. Si bien eso no significa que tengas que trasladar tu entrenamiento favorito del aire libre al gimnasio, es posible que tengas que hacerlo de manera un poco diferente. Esto es lo que recomiendan los expertos para mantenerse seguro y activo al aire libre cuando haces tus rutinas de ejercicio en horas en la que el sol toma el absoluto protagonismo.
No existe una temperatura precisa a la que resulte peligroso hacer ejercicio. Todo se reduce a factores individuales, según especialistas. Esto depende de cómo responde su físico al calor, su nivel de condición física, su edad y cualquier condición subyacente que pueda tener, como enfermedades cardiovasculares o asma. Si tiene problemas para respirar cuando hay humedad, por ejemplo, su definición de demasiado calor será una temperatura más chica que la de alguien que se percibe bien, así que deberá tener en cuanta esto antes de salir afuera.
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Su umbral personal de temperatura superior puede cambiar a medida que se adapta durante semanas de entrenamientos al aire libre. Por ejemplo, a principios del verano tiene que reducir su entrenamiento para aclimatarse a un mayor calor y humedad. Pero esas mismas temperaturas a finales del verano no suelen ser un problema porque ella está más condicionada para soportar el calor. Aquí es importante entre dos y cuatro semanas de ejercicio más lento y menos intenso para que su organismo se adapte. Como toda actividad es importante respetar la premisa “ir gradualmente”.
Si anhela mantenerse fresco y aun así aprovechar del aire libre, es difícil superar la natación como actividad, especialmente en una pileta, que en la mayoría de los casos todavía no está habilitada sí es que necesita una de carácter pública. Más allá de eso, cualquier ejercicio que puedas hacer lenta y conscientemente es apropiado para los días calurosos, incluido el yoga, trotar a un ritmo suave, un paseo tranquilo en bicicleta o caminar en un bosque sombreado. No importa lo que elijas, asegúrate de moverte más lentamente que en otras estaciones.
Hacer ejercicio cuando hace calor se trata más de mantener la constancia que de mejorar el rendimiento. Tu organismo trabajará más debido al calor, así que ahora no es el momento de esforzarte. Hacer ejercicio temprano en la mañana o temprano en la noche es otra buena manera de mantenerse seguro. Pero, si esos horarios no coinciden con tu agenda, lo recomendable es hacer actividades física o entrenamiento antes de las 10 de la mañana o después de las 17.
En muchos casos, el agotamiento por calor es muy prevenible. La principal estrategia si vas a hacer ejercicio al aire libre es estar preparado, y eso significa vestirte correctamente, hacer ejercicio cuando hace está más fresco y mantenerte hidratado. Expertos aconsejan: Usar ropa liviana que absorba el sudor y permita un mejor flujo de aire. Hidrátate mucho antes de tu entrenamiento y lleva agua para beber durante y después de tu entrenamiento. Si estás corriendo o andando en bicicleta, busca rutas con sombra o haz un entrenamiento en un área con sombra.
Recomendaciones
Use un sombrero, gorra o el elemento que quiera para cuidarse del sol incluso si estará ante la sombra de un árbol. Tenga un plan para mudarse al interior de algún edificio si la temperatura y la humedad comienzan a resultar problemáticas. Otra recomendación importante es mantenerse atento a cómo se sientes y cuáles son sus síntomas, así podrás detectar cualquier problema vinculado con el calor tan pronto como comience a tomar protagonismo sobre su cabeza. Cabe mencionar que, en zonas húmedas, el sol le hará sudar más así que debe hidratarse.
Las enfermedades vinculadas con el calor, por hacer ejercicio u otras actividades debajo el sol, pueden variar de leves a graves. En el extremo inferior de ese espectro se perciben molestias leves como erupciones cutáneas o calambres, y en el otro extremo están el agotamiento por calor y la insolación. Por lo general, cuando la regulación de la temperatura del organismo comienza a fallar, lo primero que ocurre es el agotamiento por calor; si no se aborda rápidamente, se convierte en la forma más peligrosa de enfermedad vinculada con el calor: la insolación.